Lola y el Tiempo.

El reloj hace su función, las manecillas tienen su acuerdo, el segundero parece que tiene una prisa por existir, por recordar una consciencia de finitud para todos los que habitamos éste mundo lleno de tanto… así el segundero persigue al minuto y el minuto pretende detenerse para cumplir la perpetuidad de un instante de gloria pero la hora le marca un final; así la hora persigue a los días y ellos inquietan la respiración pues se convierten en años y la prisa del segundero empieza a envejecer hasta que se regresa al origen, se regresa a la nada o eso creo yo.

Hace algunas años conocí a un hombre «Quijotesco», de la tierra de los conquistadores o eso dice la historia, Don O.S. con el misterio que le caracteriza y esas conversaciones de la pinche Malinche que llevo dentro, hace poco tiempo me escribió: «Tienes miedo a hacerte mayor».

Así que con la solemnidad que merece el miedo, me senté con Lola, ésta peluda oriental con sus 13 años de vivir juntas. Nos miramos una a la otra, respetando el sagrado espacio nipón del silencio… observé con amor su cabeza que pasó de ser dorada a blanca, casi no escucha pues para alimentarla, todas tenemos que hacer el suficiente ruido entre platos para invitarla a su consumir su alimento, se levanta con sus patas que tardan en entender que es hora de mover su cuerpo anciano, a veces ya se orina dormida. Nos volvemos a mirar cada día … entonces juntamos nuestros segunderos, minuteros, horas, días y años juntas, Lola siempre ha sido respetuosa, atenta y quisquillosa hacia el extraño.  Vuelvo a respirar y regreso a mis treinta y nueve años, cuando ella llegó a mi vida, nos hacemos «mayores» las dos.

En una revisión de medio siglo y un poco más, respiro y dejo que el aire con cada entrada y salida de mi cuerpo me llene de memorias. Bondadosa es la vida pues en un punto donde la inhalación y exhalación  se encuentran para danzar, una quiere entrar y la otra quiere salir, me llené de risa y la risa se convirtió en carcajada, Lola sacudió sus orejas con el entendimiento que da el amor… reí y reí…

¡¿Qué putas madres puedo extrañar de mi tiempo de joven?!, ni por todos los vientres planos cambiaría lo vivido, ya pasé a ser la superviviente de un embarazo no deseado y lleno de nicotina, la represión de la infancia, la inadecuación de la adolescencia, la treintena y las bofetadas que da la deslealtad entre humanos, además de recibir el beso de la muerte cuando se llevó a mi padre, la rebelión que dan los cuarenta y el disfrute de las hormonas vivas… todo esto pasó sin poder llenarme de eso que estaba para mí y no disfrutaba porque estuve atenta a la aceptación de lo(s) otro(s), solo por obtener un miserable «sí está bien ser/estar como eres».

Hoy en la década de los cincuenta, me vale un cabrón carajo, si afuera le ajusto y le gusto al mundo, de tanto ir al suelo para levantarme, me presenté a mí misma… Lola me mira, mientras le doy voz a mi Luciferiana alma, observo su pelito blanco y observo mis incipientes canas, entonces, entre la llamas del infierno, vimos la luz del reloj.

Puedo decir lo que siento pues no miento, la equivocación se ha vuelto mi amante pero me pruebo y apruebo, el infierno me enseñó a amar amplio pues el ángel caído siempre se funde de amor… ejerzo el riesgo de ser líder de mi única vida y mi rezo es terminar mis días sin maullar como la gata Grizabella por un trozo de esperanza; prefiero brincar los tejados y ronronear mi verdad, quizá me rompa un hueso o me infarte a los pies de la luna pero ¡he muerto tantas veces! … aún estoy aquí y mi voz con tierra sigue riendo libre …

Lola y yo nos levantamos, las piernas duelen un poco pero se mueven aún, bailan por un tiempo al ritmo de mi risa y la paciencia de ella.🌹🍃

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